Mi acto de escribir nace de la observación, del ser consciente que ciertos temas o situaciones se repiten en nuestra cotidianidad, bien sea por conversaciones entre amigos o por identificar sentimientos propios y comunes, temas que no debemos ignorar. Me siento a escribir porque lo que observo en mí, también lo he observado en otros.
Estos días he identificado un sentimiento de no suficiencia, he sentido que hay algo que falta (que me falta) y he subestimado lo que se hace y quien se es. Lo que he visto es que muchos de nosotros nos agobiamos poniendo toda la atención en lo que se descuida, lo que no se hizo o se “hizo mal”, entregándole el poder a la carencia en vez del reconocimiento, haciendo que un sentimiento de culpa y malestar gobierne nuestro interior.
No es digno darse duro, se dice que la autocompasión es aquel sentimiento de ser consecuente con el dolor que se genera para tenerse compasión a través del amor. Se empieza siendo conscientes del estado en el que se está e identificar lo que otros podrían observar, es lograr verte como una tercera persona.
La autocompasión termina siendo un acto de presencia, porque al observar nuestro dolor, podemos aceptarlo y soltarlo. Se trata de enfocar la atención en nosotros mismos porque de ahí se gesta todo. Me he percatado que los sentimientos de incompletud nacen de una desconexión interior que hace que no seamos capaces de vernos y, por lo tanto, nos tenemos olvidados.
Quizá todo empiece con parar y ser consciente de nuestro estado interno. Ahí es donde podemos entender que lo que pasa a nuestro alrededor y los resultados que estamos obteniendo, son una muestra de que todo se gesta a partir de la relación que tenemos con nosotros mismos. Creo que es ahí de donde todo parte, donde todo debe partir.
Mi propuesta es reconocer nuestro dolor y valorar nuestros actos, apreciar lo que si hacemos y reconocer cada pequeño logro, sin confundirlo con el conformismo. Si reconocemos nuestro esfuerzo y entrega, aceptamos nuestras circunstancias y nos tratamos con amor, entonces nace la compasión.
La idea es llegar al justo medio, tenerse compasión y exigirse. Transformar desde el amor y no desde la culpa aquello que no nos cuadra. La autocompasión no es una actitud pasiva, sino por el contrario una actitud pro activa que nos deja la invitación a actuar por nosotros mismos.
